Escuchar a los gobiernos acusar a la población de derroche de agua, es bastante curioso. Es verdad que necesitamos una nueva conciencia del recurso, pero también una legislación orientada a una estrategia a largo plazo.
Si hay algo que necesitan entender los líderes, es que ante los desafíos ambientales y económicos, promover la autonomía energética en los hogares es asunto de soberanía. Tal vez no sea un tema a 5 años, pero de pronto si tiene pertinencia en 10.
Tal vez un modelo verdaderamente sostenible, no sea unos macrosistemas produciendo energía a gran escala, para luego distribuirla, sino microsistemas conectados a una gran red, generando y distribuyendo energía desde múltiples sitios, desde cada techo, desde cada hogar. Eso es lo que le da a internet su ventaja, esta distribuido en cientos de miles de servidores.
¿Dónde está el apoyo a la industria colombiana en energías alternativas?
¿Cuáles son esas tecnologías orientadas a la energía que ha desarrollado la academia, con apoyo del gobierno? ¿Cuantas patentes colombianas hay en ese sentido?
¿Dónde están las tecnologías de desalinización de agua en lugares como la Guajira?
¿Cuáles son las normas urbanísticas que obligan a las nuevas construcciones a tener sistemas de reciclaje de aguas, captación de energía solar, estándares de iluminación natural que ahorren recursos? Seguimos permitiendo que se construya con las lógicas energéticas del siglo pasado.
El caso español y su famoso impuesto al sol, que convierte a las instalaciones solares en bienes tóxicos y que penaliza engancharse a la red como respaldo evidencia por donde van los intereses y hasta dónde llega la visión.
¿Qué pasa si el niño cambia las reglas de juego y hace los macrosistemas de relación agua-energía algo inútil a la nueva realidad ambiental?
¿De dónde se van a agarrar? ¿Vamos a estar preparados o tendremos que importar toda la tecnología para solventar esta situación?
En el 2025 veremos si hay lógica y sentido en este planteamiento.
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